Seleccionar página

Año: 2009
Dimensiones:
500 x 500 x 180 cm.
Técnica y soporte: Instalación
Exposición: Una experiencia religiosa, Espacio Garaje; UARCIS Valparaíso. Valparaíso, Chile.

Nota de Prensa:
Tras la invitación de uno de los curadores de Espacio Garage, los Licenciados en Artes Plásticas, Esteban Córdova y Fernando Sánchez, crearon una instalación sonoro-visual y mecánica que toma ventaja de la sonoridad y cualidades lumínicas de ese espacio con el objetivo de ajustarse de manera precisa a este lugar. «El interés nace de materializar una experiencia mucho más sensible que se enmarcara dentro de este espacio con reminiscencia de gruta, y que tiene una significación especial en el hecho de ser equivalentemente a un lugar de adoración ‘en el camino’ para los seguidores de la fe ‘arte'», señalan sus creadores.

Pensada especialmente para este espacio de Valparaíso -un lugar público especializado en la exhibición y difusión de arte contemporáneo-, la obra sufrió constantes mutaciones en el proceso de creación, las que torcieron «las ideas y visualidad originales pero, al mismo tiempo, surgieron como necesarias dado el rápido desarrollo que intrínsecamente poseen las obras electromecánicas», añaden estos jóvenes artistas, para quienes las características del espacio en que exhiben actualmente resultó fundamental en el proceso de creación de obra al presentarse como un microespacio expositivo que permite un vínculo directo con el espectador.

Como ellos explican, «es un lugar muy especial que permite ahorrarse todas las molestias que originan los lugares con mayores dificultades de acceso, como museos y galerías. La obra aprovecha este factor insistiendo en la condición de ‘lugar del suceso’ del espacio, pues lo entendemos como un lugar que nace de un foco llamado alternativo y que, por lo mismo, atiende al sentido del arte desde una perspectiva que resiste a la institucionalización. La obra alude entonces a los iconos paganos de la resistencia a la institución arte -en este caso, las vanguardias- y confluye como un foco crítico de resistencia al poner en crisis el dogma débilmente justificado por el milagro y la fe».

Pero, ¿qué caracteriza a la obra en términos conceptuales y formales?

La concepción de la obra gira en torno a la lectura que hacemos del componente «gruta». Extrayendo su sentido popular de lo sagrado, este lugar acontece entonces como una paganización del museo en el sentido de que es el «lugar para mostrar obras» llevado a un ámbito intrínsecamente popular como la calle, pero en esta misma relación con lo ritual, la gruta insiste en una dimensión que exalta y estimula los sentidos predisponiéndolos para el milagro y la divinidad. Este lugar funciona como un espacio adecuado para la exaltación de creaciones visuales y, de este modo, cruzar la experiencia de lo sensorial a lo extrasensorial que en palabras de Enrique Iglesias seria «una experiencia religiosa», pero reconvirtiendo y tomando los iconos desde el mundo del arte.

¿Y eso cómo se manifiesta formalmente en esta obra?

La dimensión divina se genera en una serie de trucos y arreglos de parlantes que emiten sonidos que hacen un paralelo mecanicista concordante con el ritmo ritual del trance y lo esotérico. El sonido aporta además una dimensión espacial por medio de una panorámica realizada por un secuenciador mecánico que constantemente cambia la fuente y el foco del sonido, y de este modo se hace implícita la sonoridad de lo divino. En el centro, en el lugar virginal, aparece una bocina cuya construcción remite a las bocinas futuristas, de la cual se disparan una serie de linealidades de color blanco que atraviesan el espacio pareciendo flotar en medio del aire porque no tienen soporte visible. Estas líneas vibran y se sacuden al ritmo secuencial de los parlantes y, en la noche, brillan con luminosidad propia. La cita pagana a las vanguardias acontece entonces por medio de efectos y sensorialidades que recuerdan la fe por medio de la exacerbación del icono, la influencia de los futuristas que se vinculan con nosotros inicialmente. Desde un ámbito performático, se materializan en citas a la máquina, la luz artificial y al sonido enfermizo y ritualmente maquinal, y visibilizan cínicamente la religión desde un punto limítrofemente colindante con la herejía.

Texto: Isis Díaz L./ Periodista Facultad de Artes
Fotografías: Cortesía Esteban Córdova
Martes 2 de junio de 2009

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos.
Privacidad